miércoles, 27 de diciembre de 2017

TALLERES DE VERANO

*El Taller Literario de Rosario retoma sus actividades en marzo.

***EL TALLER VIRTUAL (a distancia, por mail) CONTINÚA DURANTE EL VERANO.

-CONSULTAS: beatrizactis@hotmail.com (clickear la imagen)


domingo, 3 de diciembre de 2017

Taller Literario Virtual 2017 - 2018



El taller LITERARIO VIRTUAL se organiza, básicamente, a través de intercambios por correo electrónico.

 -Hay otras instancias de encuentro virtual a través del grupo público de facebook  Talleres coordinados por Beatriz Actis y de este blog, que funciona como un anexo de lectura. 

-El grupo de facebook Talleres... funciona como foro y espacio de comunicación entre los talleristas. Allí compartimos información literaria, cultural. En las entradas de mayo y junio, y también en las de noviembre y diciembre hay textos escritos por los talleristas del 2017.

-En cuanto a consultas para realizar en línea, son optativos chat y watsap. 

La dinámica del taller virtual es la siguiente:

-Envío a principios de mes, por mail, un archivo con lecturas, referencias teóricas y propuestas de escritura. 

-A fin de mes, el tallerista manda sus escritos y yo hago la devolución (comentarios, sugerencias de corrección)

-Al mes siguiente envío un nuevo archivo y así sucesivamente. 

-Hay dos modalidades: literatura para adultos y literatura para niños.

-El taller está organizado a partir de ejes temáticos, géneros literarios y autores. Las actividades a realizar (en tanto taller de lectura y de escritura) son: lectura de textos y autores diversos; interpretación crítica de los textos; análisis de sus mecanismos y recursos de escritura; propuestas variadas de escritura.

- La dinámica es flexible en el sentido de que pueden acordarse tiempos de entrega de los escritos y otras cuestiones: elegir algunas consignas de escritura y no todas; enviar producción propia y no siempre la que se plantea como propuesta del taller, etc. 

- Dada su modalidad, puede comenzarse en cualquier momento del año. El taller está planteado de manera anual pero  a través de dos módulos, es decir, se puede realizar el primer módulo de seis meses y dejara ahí o retomar más adelante, etc. 


**CONSULTAS e INSCRIPCIÓN: beatrizactis@hotmail.com**

jueves, 23 de noviembre de 2017

Sobre gatos

Hay cinco gatos vagos cuyos nombres no conozco
pero me saludan como a un viejo colega.


                                                         Jorge Teillier


lunes, 20 de noviembre de 2017

Cuento

CICATRIZ (Beatriz Actis) 

 “Aquella furia de ayer detrás del mundo”.
Enrique Molina



   Siempre había sido hermoso, incluso en la niñez, aunque en esa época yo apenas podía sospecharlo. En la época en que lo reencontré, ya en la ciudad, olvidado el pasado del pueblo de una buena vez (aquellos episodios a veces claros, a veces oscuros de la infancia), era ante mí y los demás un joven hermoso; ahora -lo había imaginado algunas veces- se habría convertido en un hombre armónico en su madurez. Yo había escrito poemas sobre sus pómulos y el color extraño de sus ojos cuando en esos días buscaba su aliento y sentía que aquello duraría para siempre. Recuerdo haberle escrito una carta, previa a nuestra despedida, que decía: “No puedo más sin tenerte a mi lado”. Eran nuestros primeros tiempos de estudiantes, estábamos solos y quizás perdidos, la dictadura había convertido a la ciudad en una maqueta sin vida, en un lugar de ocultamientos y de terrores; a pesar de que en el pueblo no nos habíamos acercado desde la niñez, aquí nos habíamos reencontrado y habíamos vivido aquel amor juvenil, efímero. Recuerdo además que recorríamos juntos las calles por las noches, adentrándonos en barrios desconocidos para explorar la ciudad que deberíamos habitar de ahora en más (pienso mientras camino, y canto y pienso, mientras camino, en aquellas horas muertas de tránsito lento sin llegada final, sin un destino fijo, en esas horas muertas en que ya nadie enciende las lámparas). Pasaron los años, el tiempo mitigó, como siempre, la pasión -todo retorna y todo se va desvaneciendo, lentamente, como islas a la deriva-, no volví a verlo hasta esta noche. Casi nunca lo había recordado durante nuestra larga separación, a pesar de que a veces, muy de vez en cuando, se me ocurría pensar que su rostro había poseído en la juventud la inocencia de un ángel de un pintor del Renacimiento y al mismo tiempo, de modo inexplicable, la impureza de un fauno o de un diablo chabacano de carnaval, aunque, a la luz de los acontecimientos, los extremos de la comparación me parecen, hoy más que nunca, desproporcionados, viciados de exageración.
  Volver a verlo hoy fue una casualidad. Ni siquiera sabía por amigos comunes (pensándolo bien, ya no teníamos amigos comunes, ya no tenía yo siquiera amigos en Santa Fe) o por cuestiones fortuitas, como sucede tantas veces cuando los amantes se abandonan, qué es lo que había sido de su vida a lo largo de estos años. En verano recorro por las noches las calles en mi antigua bicicleta, quizás para mitigar el ruido del insomnio; casi no camino ni deambulo, como en aquellas noches de la juventud, y andar en bicicleta es mi único vínculo con una imagen adolescente de mí misma. A veces también paseo en las tardes invernales: la vida pesa menos cuando uno se pierde en la ciudad difusa, como cubierta por el humo.
  Me conmueve reencontrarlo, quizás más que si hubiese sido cualquier otro de los amores fugaces juveniles, quizás por nuestras comunes aventuras o desventuras de la infancia, por el pasado. En esa tarde de otoño (hay un libro de poemas, estoy segura, que se llama: Otoño imperdonable) yo recorría el Parque del Sur, una murga cruzaba la calle rumbo al anfiteatro, era extraño aquel clima de impostado carnaval sin el calor agobiante de febrero, sin los atributos de una noche de verano, solos los redoblantes y los disfraces en el final del otoño (¿pero adónde estaba mi risa, mi estallido?: como en los pueblos de la pampa, como en los pobres corsos de la costa sobre el Paraná: aquí el carnaval es triste); seguí a la murga en la bicicleta, como un chico fascinado, entusiasta persigue al circo que recién llega a su pueblo. En medio de la caravana se me acercó otro ciclista extraviado que venía del oeste, seguramente de los barrios más pobres, su bicicleta estaba despintada, oxidada, él mostraba la ropa raída; la magia funambulesca de la bruma de carnaval se desvaneció de golpe, se volvió realidad cuando el ciclista preguntó: “Señora, ¿hoy es viernes o es sábado?”. Dudé un segundo en contestarle: “Es sábado”.
  Ahora, la murga se va, también el ciclista (desorientado); bordeo el parque y empiezo el último tramo de mi recorrido por las callecitas del sur que llevan hacia mi casa. Oscurece temprano, los primeros fríos alejan a la gente de las calles, azota el viento que llega del puerto, estoy a tres, a cuatro cuadras de mi casa cuando escucho que alguien que pasa caminando por la vereda del oeste me llama por mi nombre. Es Gabriel; se acerca, hablamos. Lo primero que se me ocurre es preguntarle por su hermana. ”Ana Clara –la nombra del mismo modo que lo hacía su abuela, ya me había olvidado de aquel nombre completo, el nombre me sonó anticuado, romántico, como referido a otra persona- está viviendo en Buenos Aires, tiene tres chicos, es profesora de inglés”. Abandona el tema (vuelvo a detenerme, entonces, ante el antiguo nombre de aquella amiga, de aquella enemiga de infancia, en la revelación de que ya no tengo amigos en este lugar de paso en que se ha convertido la ciudad) y cuenta generalidades sobre su propia vida en estos años: estuvo él también radicado un tiempo en Buenos Aires, ha vuelto a vivir en el pueblo, sólo está de paso ahora en Santa Fe para ver a unos antiguos compañeros de facultad, no, sin embargo no había terminado su carrera –yo no lo recordaba-, sólo había alcanzado un título técnico intermedio, no se me ocurre qué estará haciendo a esas horas en mi barrio, ¿alguno de aquellos ex compañeros vivirá por el Sur? A la vez, relato ante su moderado asombro algunos de los hechos que han acontecido en mi vida.
  “Una vez tuve uno de tus libros en mis manos” (pienso a qué libro se podrá referir; poco le habrán interesado aquellos avatares de los artículos académicos en publicaciones que nadie lee fuera de los círculos estrechos de las universidades: papers sobre Fray Bartolomé de las Casas o Bernal Díaz del Castillo o el cura Florian Paucke, aquí en la costa; alguna vez debería escribir de verdad, concluir una novela); dice lo de mi libro en sus manos con una sonrisa triste que no es circunstancial -lo recuerdo ahora-, ya que le ha sido propia desde la juventud. Miro su rostro. Es el rostro de un hombre maduro, su antigua hermosura es lánguida. Me detengo con disimulo casual en la boca, la piel, los ojos claros. Una cicatriz le cruza la sien.
  Esbozo algunas otras vaguedades sobre mi vida, menciono la edad de mi hijo, el tiempo que hace desde que nos hemos separado con Lucio (mi pasajero amor con Gabriel fue antes de encontrar a Lucio en Santa Fe, sin embargo ellos se conocían, habían sido compañeros en Ingeniería), el hecho de que no estoy demasiado tiempo en Santa Fe por la frecuencia de los viajes laborales; él elude con calma darme más precisiones sobre su vida. Pienso: "Alguien lo ha herido. Esa cicatriz es la marca de un arma blanca, de una botella en medio de una pelea. O de una venganza, o de un ajuste de cuentas".
   Recuerdo que sus años juveniles habían sido desprolijos, incluso turbulentos. Se enciende en mi cabeza el verso de Baudelaire: Mi juventud fue como un huracán. Sin embargo a la herida la había recibido en los que yo había supuesto serían sus años de madurez y de reposo (¿Nunca se habría aventurado Gabriel, como en sus sueños de infancia, a una vida en el mar? Su mar, sus aventuras habían resultado ser tal vez sórdidas disputas urbanas –pienso otra vez en sus conductas de juventud-, en ámbitos ilícitos). La vida no había sido para él, es evidente, un largo río sin escollos.

  Nos despedimos. No me marcho con la dignidad de las películas sino con la ridiculez flagrante de la vida: en bicicleta, con ropa abultada, por una avenida desierta. ¿Cómo lo recordaré de aquí en más, durante los años próximos: como aquel dolor de infancia, como aquella piel límpida de la juventud o como esta cicatriz que le parte la cara en mitades oscuras? Las cosas no son como las vemos –a esto lo he pensado más de una vez o quizás lo he leído o escuchado-, sino como las recordamos. 

domingo, 5 de noviembre de 2017

Lógica de la noche - Poema


Lógica de la noche sobre la ciudad
sin luna.
Conversábamos, caminábamos
y la ciudad,
entre el sueño y la mañana,
era sencillamente nuestra.
Cuando ninguna posibilidad de futuro
era extranjera.


viernes, 27 de octubre de 2017

Criaturas de los mundos perdidos

    De Criaturas de los mundos perdidos (editorial Homo Sapiens - Colección La flor de la canela):
    Ciudad de Césares. Ciudad de errantes.
    CIUDAD DE CÉSARES. Lo que Juan de Garay pensaba en aquella época, al igual que muchos de sus contemporáneos, era que la Ciudad de los Césares estaba en la cordillera de los Andes, a orillas de un gran lago, entre un cerro de diamante y otro de plata.
    Las cúpulas de sus torres de piedra labrada brillaban porque estaban hechas de oro macizo, al igual que los techos de las casas, el pavimento de las calles y hasta las ollas, los cuchillos y las rejas de los arados.
    Las tierras que rodeaban aquellas construcciones eran –todos así lo pensaban y lo soñaban- increíblemente fértiles.
    Algunas versiones ubicaban a la ciudad en un claro del bosque y otras, en cambio, señalaban que estaba situada en el medio del lago y que poseía como único acceso un puente levadizo, como los castillos de la Edad Media.
    Las campanas de los templos se escuchaban a lo lejos y de ese modo alertaban a los viajeros sobre su rumbo, como una brújula sonora.
    Sus habitantes eran tan pero tan ricos que en sus casas reposaban sobre asientos de oro.

    CIUDAD DE ERRANTES. Los hombres y las mujeres de la Ciudad Errante hablaban un idioma ininteligible para los conquistadores españoles e incluso para los aborígenes del lugar.
    Eran únicos y diferentes en toda la Patagonia, que era su reino.
    Los españoles que la conocieron la llamaron Ciudad de los Césares no sólo porque les recordaba el esplendor de la Roma Antigua sino porque en el viaje realizado por Sebastián Gaboto por los territorios del sur hubo un capitán, Francisco César, que partió del fuerte español de Sancti Spiritu, a orillas del río Paraná, en la desembocadura del río Carcarañá, y llegó a aquel lugar encantado.
    Cuando volvió al fuerte, lo halló destruido, pero cuando quiso volver a la Ciudad que lo había embelesado, murió en el camino y se llevó a la tumba su secreto: cuál era la ruta para llegar hasta ahí.
    Antes de sucumbir, de Francisco César El Español brotó un único pensamiento: “¿Qué hago con mi desesperación? Está atardeciendo y apenas se sobrelleva la noche. ¿Adónde estás, Ciudad?”.
    De este modo, nunca pudo ser hallada la urbe fabulosa ni por los más intrépidos exploradores ni por los más audaces aventureros y ni siquiera por los viajeros más soñadores.

martes, 17 de octubre de 2017

Jugar con los clásicos



Las historias que persisten desde la tradición escrita y desde la tradición oral



  • Los clásicos de la literatura infantil y juvenil (entendiendo por “clásicos” aquellas obras incorporadas al canon) forman parte de una tradición literaria, de una continuidad cultural, pero de manera dinámica. 
  • Según Ítalo Calvino, un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir, es un libro de relectura, de descubrimiento constante, cargado de huellas y señales, y que sirve para definirse a uno mismo en relación o incluso en contraste con él.



  

lunes, 16 de octubre de 2017

Cuento de primavera

La invitación”, de Jurg Schubiger 

  Verano en el jardín. Bajo el peral, chispeantes insectos. Ellos zumbaban; yo canturreaba con ellos. Estaba sujetando una malva a un bastón, quitando malas hierbas, haciendo esto y lo otro, entre una cosa y otra, nada.
Entonces me habló una abeja:
Hoy se casa nuestra reina  - dijo - . Mi pueblo y yo necesitamos un padrino.
 Te hemos elegido a ti.
Me quité la tierra seca de los dedos.
Gracias  - dije - ¿Qué debo ponerme?

Alas   - dijo la abeja.


sábado, 7 de octubre de 2017

Cuentos - Novelas

Lisboa (cuentos) - Editorial Municipal de Rosario
Los años fugitivos (novela) - Editorial Alción
Los poetas nocturnos (novela) - Editorial Homo Sapiens - Premio Fondo Nacional de las Artes



martes, 29 de agosto de 2017

Cuando los chicos me cuentan...

Uno de mis libros de cuentos para niños se llama “Para alegrar al cartero” y el cuento que le da título es la historia de un chico que escribe numerosas y largas cartas en papel con ese fin: darle una alegría al cartero en tiempos de comunicación virtual.
Justamente, porque son épocas en que resulta habitual recibir, a través del correo postal, más boletas de impuestos que correspondencia personal, me llena de un entusiasmo propio de la infancia el momento en que el cartero llega y me deja cartas escritas por mis lectores.
Así, abro los grandes sobres y aparecen textos y dibujos de estudiantes de escuelas primarias y también secundarias de distintos lugares, a veces con recreaciones de mis cuentos o novelas, otras con preguntas y opiniones, etc., y en esa catarata de creatividad y afecto se percibe, además, el trabajo de los docentes.
Otras veces, la comunicación es personal. Cuando visito escuelas recibo en mano las obras de los estudiantes y escucho sus preguntas y sus interpretaciones sobre lo leído. Muchas veces, el diálogo continúa  a través de facebook.  Es que, fiel a los tiempos que corren, el intercambio también fluye por canales virtuales y esos mismos testimonios con escritos e ilustraciones llegan escaneados y a través del correo electrónico o de whatsapp.
Hace pocos días, estaba preparando un audio para responder a chicos de una escuela primaria que se habían comunicado después de leer los cuentos del libro “Historias de fantasmas, bichos y aventureros”. El grado que me había enviado el mensaje de voz había hecho especial referencia a uno de los cuentos, protagonizado por dos Lloronas que se envían varias cartas una a la otra.
  Me pasé buena parte de la mañana persiguiendo a mi gato para grabar el rarísimo maullido demandante con el que suele matizar el silencio de la casa. Cuando el gato maullaba, yo me acercaba con el celular y él cerraba la boca con una mudez inclaudicable. Finalmente, tras lograr una actitud más participativa de la mascota, conseguí grabar un fragmento del extravagante maullido y agregué al mensaje: "Como despedida, va este ruido extraño que quizás sea el quejido de una Llorona de Rosario, o quizás sea mi gato. Queda la duda". 




jueves, 17 de agosto de 2017

Náufragos y piratas

El barco y todo su contenido está impregnado por el espíritu de la Vejez. Los tripulantes se deslizan de aquí para allá como fantasmas de siglos ya enterrados; sus miradas reflejan inquietud y ansiedad, y cuando el extraño resplandor de las linternas de combate ilumina sus dedos, siento lo que no he sentido nunca...

                                                       E.A. Poe, “Manuscrito hallado en una botella”


Olas enormes se sucedían unas a otras con espantoso estruendo y sobre los náufragos rugía el viento con rabia sin igual en competencia con los truenos que retumbaban en las nubes…
Emilio Salgari, “Sandokán, El Rey del Mar”



 Le conté (a Viernes) sobre el naufragio del barco en el que viajaba y le mostré, lo mejor que pude, el lugar donde se había encallado aunque ya se había desbaratado y desaparecido. Le mostré las ruinas del bote que habíamos perdido cuando huimos...
                                                           Daniel Dafoe, “Robinson Crusoe”


Su ciudad maldita se ha hundido otra vez (…). Cthulhu tuvo que haber sido atrapado por los abismos submarinos pues si no el mundo gritaría ahora de horror. ¿Quién conoce el fin? Lo que ha surgido ahora puede hundirse y lo que se ha hundido puede surgir. La abominación espera y sueña en las profundidades del mar…                                                                          
                                                      H.P.  Lovecraft, “La llamada de Cthulhu”



Quince hombres van en el cofre del muerto. / ¡Yo-ho-ho! ¡Y una botella de ron! / La bebida y el diablo se llevaron al resto. / ¡Yo-ho-ho! ¡Y una botella de ron!                                                                                 
                                                           R.L. Stevenson, “La isla del tesoro”


Jalad, izad, pongámonos al pairo,
                     al abordaje saltemos
                     y si un tiro nos separa,
                     ¡allá abajo nos veremos!

J. M. Barrie, “Peter Pan”




sábado, 5 de agosto de 2017

TALLER ON LINE

-TALLER LITERARIO. Se encuentra abierta la inscripción para el Taller Literario que coordina Beatriz Actis y que comienza en agosto. 
El taller está orientado a la lectura y escritura de literatura para adultos y también de literatura para niños (pero dirigido a participantes adultos). 
También existe una versión on line para quienes no residen en Rosario. 
Beatriz Actis es escritora y editora; tiene más de treinta libros publicados. Es autora, entre otros, de la novela Los poetas nocturnos (Premio Fondo Nacional de las Artes), del libro de cuentos Lisboa (Premio Municipal de Rosario) y Todo lo que late (Premio Municipal de Córdoba), además de literatura para niños (novela, poesía, cuento) y educación. 

-PARA MAYOR INFORMACIÓN: ESCRIBIR A beatrizactis@hotmail.com y/o consultar la página de FACEBOOK BEATRIZ ACTIS: https://www.facebook.com/beaactis/?ref=aymt_homepage_panel


Fuente: https://www.pagina12.com.ar/54475-otras-voces-otros-ambitos




domingo, 9 de julio de 2017

Novela

Los secretos persiguen a los niños curiosos.
  Los persiguen con desesperación, como un futbolista al jugador del equipo contrario que tiene la pelota, se va escapando hacia el arco y está a punto de hacer un gol.
  Los persiguen con fidelidad, como un perro compañero durante las largas caminatas del verano.
  Andan tras de ellos como zombies: sin pensar.
  Como una nota burlona escrita por los bromistas del grado y pegada en la espalda del más distraído.
  O como un mimo que en mitad de la calle imita el paso de algún transeúnte: sin que los niños curiosos (al menos al principio) se den cuenta.
  En fin, como una sombra.
 Los misterios escondidos en la vida de la gente no se quedan quietos y persiguen a los niños curiosos, para poder ser revelados y descubiertos de una buena vez.
("Lágrimas de sirena" - Editorial Quipu)

lunes, 3 de julio de 2017

Cuento

Comunidad (cuento)
FRAGMENTO

  Me asombran las cosas que se encuentran por las veredas si uno camina con la cabeza gacha, a riesgo de chocarse una columna de alumbrado o a varios transeúntes que vienen en dirección contraria.  A modo de ejemplo: con Santi —mi compañero inseparable— un día encontramos en distintos lugares, a lo largo de varias cuadras, cartas de la baraja. Todas tenían el número cinco: 5 de oro, 5 de basto, 5 de espada, 5 de copa, 5 de diamante, 5 de trébol… Todavía estamos tratando de inventar algún juego de naipes que use solo esas cartas (y sea divertido)
  Con Santiago también juntamos chapas ovaladas, esas que estaban al lado de la puerta de entrada de las casas viejas, que tienen el número y, a veces, el nombre de la calle. Las encontramos tiradas por ahí. Tal vez se cayeron de alguna pared o los dueños de casa las abandonaron cuando las reemplazaron por números más modernos.  Ahora, algunas adornan el patio de mi casa. Cada persona que sale al patio puede leer la dirección de otra casa, hallada al pasar, que no es la nuestra. Como, por ejemplo, “Avenida del Trabajo” con fondo azul y letras blancas que resplandecen todavía, y números cualquiera como 573 o 241 o 96.
   ¿Quién habrá vivido en tal o cual lugar?, me pregunto ante las chapas antiguas con las direcciones. ¿Habrá habido allí alguien que alguna vez fue un chico como yo? Y también, en un patio lejano en el tiempo, ¿habrá habido mascotas correteando o macetas con plantas o bicicletas…? Me da una enorme curiosidad pensar en otras vidas (...).

   

domingo, 25 de junio de 2017

Crítica a LAS AULAS DE LITERATURA

REVISTA POLIGRAMAS 43 - Diciembre 2016 - Universidad del Valle - Cali (Colombia)




Actis, B. & Barberis, R. (2013). Las aulas de literatura. De los textos a la teoría y de la teoría a los textos. Rosario: Homosapiens. p. 164

LA INTERACCIÓN ENTRE LOS TEXTOS Y LA TEORÍA EN LAS AULAS DE LITERATURA

Rosana Guardalá*

El modo en el que se enuncia el mundo, es sin duda un modo de pensar, de ver el mundo. Esta idea se manifiesta desde el título del libro. La pluralidad edilicia y simbólica (aulas) es el núcleo de una práctica docente que materializa el espacio de un saber multiplicado en la interpretación. El recorrido metodológico del libro también está explicitado en un diálogo en el que los textos toman la palabra. Si bien a lo largo de todo el libro la relación texto-teoría será constructiva y dialógica, no obstante es importante destacar aquí el punto de partida es la materia prima de la literatura: los textos en sus diversas formas genéricas.

El libro se divide en dos partes. La primera “ Literatura en taller. Laboratorio de lecturas y escrituras”, que coordina Beatriz Actis. La segunda bajo el título de “Análisis e interpretación de textos literarios: posicionamiento estratégico y operatoria” de Ricardo Barberis. Las partes de este libro conforman un todo que se articula metodológica y teóricamente. De modo que funcionan armónicamente como una suerte de par no dicotómico.

El libro abre una entrada múltiple a la escritura como práctica que no se agota en conocer y dominar los elementos lingüísticos. Saber (y poder) leer y escribir no son para Beatriz Actis y para Ricardo Barberis, así como tampoco para los que participan de este volumen, operaciones

*Profesora en Letras, egresada de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario (Santa Fe-Argentina), donde actualmente se desempeña como docente en la Cátedra de Análisis del Texto del Primer Año Común y en diversas Escuelas Secundarias. Participa como docente en el Posgrado en Educación para Extranjeros y ha dictado cursos en el Postítulo de Formación Universitaria en Lengua. Colabora tanto en revistas académicas y literarias como en medios periodísticos nacionales como internacionales. Forma parte de diversos proyectos de investigación. Actualmente está escribiendo su tesis Doctorado. En su investigación trabaja las subjetivizaciones femeninas textuales disidentes en la obra de Armonía Somers y Marosa di Giorgio.



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Poligramas 43 - diciembre de 2016

consecutivas ni mecánicas. Muy por el contrario, son prácticas solidarias que requieren de la reflexión teórica pero también metalingüística. Este libro se deshace de la idea del lenguaje por fuera del sentido común entendido como transparencia que reproduce la realidad y lo presenta en su complejidad y en su capacidad no sólo de representar sino también de crear realidades.

Es fundamental, antes de adentrarnos en las secciones mencionadas anteriormente, destacar el perfil del docente que se está pensando, con el que se pretende trabajar. En la introducción se toma posición con respecto al rol docente: “Las propuestas tienen como uno de sus objetivos potenciar aquella función intelectual: que la docencia indague sobre su condición de ser un trabajo en el que se produce intelectualmente, y por lo tanto pueda, en este caso, problematizar el rol del docente como sujeto lector y escritor, y no sólo como mediador de las prácticas de lecturas destinadas a los niños y jóvenes” (Actis y Barberis, 2013, 17). En pocas palabras, aquí el docente tiene un rol protagónico y novedoso en tanto no es sólo mero transmisor de conocimientos que luego serán evaluados. Esta construcción del rol docente es fundamental para animar y acompañar el trabajo con los estudiantes como productores de conocimientos, así como también como lectores y escritores críticos.

La primera parte del libro “Laboratorio …” conjuga en esta forma dos discursos (literario-científico) e innova en la dinámica de taller. Este modo de nombrar propio de la ciencia sobreentiende la idea de ensayo, de prueba, de composición y de análisis. Así el espacio en el que habitualmente se manipulan seres vivos o partes de ellos, aparece aquí como un lugar de lectura, escritura y producción que pone el foco en los detalles, en la demora que requieren estos procesos. Este apartado se ramifica desde la división clásica de los géneros que toma como eje la poesía y la prosa. Comienza por declarar que no trabajará con textos edulcorados para los niños y jóvenes, sino que asume el desafío de abordar poetas como Marosa di Giorgio, Genovese, Calveyra y narradores clásicos y contemporáneos tales como Cortázar, Borges, Bolaño y de Santis, entre otros.

Todos los textos y fragmentos propuestos se articulan en la tríada lectura-juego-escritura. El aspecto lúdico de la literatura es fundamental



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Rosana Guardalá

en tanto habilita espacio de transformación (del poema en verso al poema en prosa) y movimientos (desde la biblioteca a otros espacios de la escuela), sólo por nombrar algunos. Es necesario recordar y nutrir el aspecto lúdico estrechamente ligado a la musicalidad y la polisemia del lenguaje para poder así volver al disfrute de la literatura. Es justamente desde allí donde el trabajo con la crítica y la traducción también tienen su lugar. Escribir es transformar pero también intervenir, experimentar, expandir los textos para comenzar a pensarlos como Textos en clave barthesiana. En este cruce los textos literarios, los críticos, las traducciones y las biografías flexibilizan los límites formales y abren el diálogo y el debate sobre el valor literario y su autonomía, sin plantearlo en términos explícitos.

Las actividades de esta primera parte son concretas pero no condicionan ni conducen al reconocimiento sino a la producción textual. También es destacable mencionar aquí que los textos como las propuestas muestran que se está pensando en un docente que pueda acompañar los procesos de lectura y escritura en los diferentes niveles, es decir, las actividades son pensadas con libertad y no están cercadas por las edades. Este trabajo editorial confía en el rol del docente intelectual, crítico y lector y en su interacción con los estudiantes. Por ello no es ambicioso proponer la lectura comparando diversas traducciones que no es más que un ejercicio crítico encubierto sobre el proceso de escritura y la importancia de la corrección. Así como tampoco es un gesto menor adentrarse en las microficciones, género poco transitado por la currícula escolar o “las redes de ficciones” que recupera dos conceptos claves y de profunda actualidad en el análisis literario: la intertextualidad y la interculturación.

Esta primera parte cierra con “Narrativas: experiencias de lecturas y escrituras” que toma un punto de partida doble: la TICs y biografías lectoras. El apartado referido a las nuevas tecnologías de la Información y la Comunicación se muestra como una clara lectura de los docentes que atienden a los movimientos culturales y sociales dentro y fuera del aula, en tanto gran parte de las propuestas surgen del mismo deseo o inquietud de los estudiantes. Así se arma un blog que resulta de un taller de lectura en el que no hay obligación de ningún tipo. En este misma línea vuelve



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el espacio lúdico bajo al forma del juego de rol como la posibilidad, por parte de los estudiantes, de interpretar y asumir papeles, acciones en una historia determinada. Interpretación que requiere atender no sólo al aspecto verbal sino también al contexto, a lo no verbal y a todo aquello que nos conduce irremediablemente a otro terreno con el que la literatura está ligado desde siempre: la vida. En este mismo cruce, Mery Cruz Calvo presenta, con acierto, “biografías lectoras”. Se trata de una propuesta escrituraria que trasciende la biografía clásica que reúne datos para convertirla en textos significantes que se abren al sentido en tanto recogen “(...) testimonios de experiencias lectoras de docentes y futuros docentes (...)” (p.73), propiciando la reflexión sobre la incidencia de esas lecturas en las propias prácticas. Esta suerte de bio-bibliográfico-afectivo que puede ser abordado desde un enfoque etnográfico, sin por ello desatender a la dimensión interlocutiva, temática y enunciativa del objeto en cuestión. Sin duda, esta propuesta aquí desplegada viene a revisar los límites entre lo literario, lo pedagógico, lo antropológico y lo histórico.

En “Análisis e interpretación de textos literarios: posicionamiento estratégico y operatoria”, Ricardo Barbieri, desde el comienzo, explicita que el análisis y la interpretación son actividades complejas. Con ello nos coloca frente a las implicancias teóricas y operativas a las que no podemos dejar de atender. Parte de una serie de situaciones hipotéticas de lectura que nos demuestran que “Ese modo particular (uno entre otros posibles) de entender el texto literario, así como la posición teórica que lo sustenta, está comprometido en cada consigna de trabajo, en cada operación de lectura”. Barbieri observa que lo sepamos o no, nuestra lectura está siempre atravesada por nociones teóricas y críticas; y acuerda con Bombini, quien plantea que la teoría literaria no debe ser pensada como objeto de la enseñanza independiente sino articulado a partir de las preguntas de los textos literarios. Preguntas de este tipo pero también sobreentendidas son las que aparecen estructurando este apartado: qué lector pretendemos y qué lector somos; en qué consiste el análisis de una obra literaria; en qué consiste interpretar una obra literaria; qué hacer con los textos canónicos. La primera de ellas es la que despliega entre el presente y el futuro la posibilidad de abrir otros espacios. Un lector que no sólo pueda unir sílabas, reconocer o



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Rosana Guardalá

identificar temas sino y sobre todo, un lector que sea capaz de armar su propia lectura crítica no individual o psicologista.

Barberis, con claridad, afirma que “Toda operación de lectura que propiciamos como docentes implica: 1. Un modo de concebir el hecho literario y el lenguaje. 2. La superposición o convocatoria de un marco teórico o de una reflexión literaria. 3. Una determinada idea del rol del lector en formación. 4. Un perfil del lector que somos como mediadores” (p. 107). En esta suerte de declaración aparecen conjugados ciertos organizadores de la operación entendida como la ejecución de acciones y los que en ella participan: sujetos que saben, que conocen, que intuyen teorías y sujetos que saben, que conocen y que median entre ese saber. En ambos casos, estudiante y docente, son ante todo lectores.

Esta segunda parte cierra con la lectura interpretativa de “El cautivo” de Jorge Luis Borges. Con agudeza y claridad allí se despliegan las operaciones de lectura y los lugares de incomodidad o tensión teórica (tema, argumento, historia, verosimilitud, enunciación literaria, entre otros) que se propusieron anteriormente. La construcción de la hipótesis de lectura, núcleo de la interpretación, está indisolublemente ligada a la argumentación. Cómo se compone la interpretación, cómo se sostiene, hasta dónde se puede interpretar son las preguntas que perimentan el trabajo.

Las aulas de lengua y literatura. De los textos a la teoría y de la teoría a los textos es un libro que abre propuestas en y para el aula. Esta publicación se corre de los lugares de confort e invita mediante una doble entrada no jerarquizada práctica-teoría a conocer, recorrer un nuevo corpus de escritores y poetas, así como también a revisar con otra mirada el canon escolar. Este libro propone una serie de actividades y lecturas novedosas pero sobre todo posibles en tanto experiencias realizadas en el aula, producto de las prácticas de un docente que se hace cargo de su rol intelectual y, por lo tanto, cuida del avance de las teorías y de la articulación de éstas con las lecturas. No desatender a las categorías de análisis, a la interpretación pero explicitando y asumiendo puntos de vistas claros es ir hacia el lector que pretendemos en un nosotros (en términos de Benveniste) inclusivo, en el que el docente y el estudiante caminen juntos.




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