martes, 31 de enero de 2017

domingo, 29 de enero de 2017

Ricardo Piglia. El último lector

Solo entiende lo que ha vivido, o lo que está por vivir, cuando está escrito. No se narra para recordar, sino para ver. Para hacer visibles las conexiones, los gestos, los lugares, la disposición de los cuerpos.
Ricardo PigliaUn relato sobre Kafka. El último lector

sábado, 21 de enero de 2017

La exacta noción del maullido existencial

De Lorrie Moore:

Tenía pocas notas musicales para comunicar sus necesidades. Un "miau" para la comida, e íbamos los dos hacia su plato. Un "miau" para el cepillado, y yo iba al cajón a buscar su cepillo. Y un "miau" existencial: yo lo seguía por toda la casa sin rumbo fijo mientras él entraba y salía de las habitaciones, sin saber exactamente qué buscaba o por qué lo hacía.

(En el cuento "Cuatro pájaros cantores, tres gallinas francesas")


miércoles, 18 de enero de 2017

Acomodando la biblioteca

El Platero de los sesenta de Aguilar con ilustraciones de Rafael Munoa que me acompañó durante la escuela primaria. 
A la memoria de Aguedilla, la pobre loca de la Calle del Sol que me mandaba moras y claveles. 
Volver a leer esa dedicatoria que me perturbaba: la loca, las flores, las moras



viernes, 6 de enero de 2017

Carta de amor no correspondido

De Vincent Van Gogh a su hermano Theo

                                    Etten, 3 de noviembre de 1881

Querido Theo:
Quiero confiarte algo que me pesa en el corazón. Puede que ya estés al corriente. En ese caso, no te diré nada nuevo. Estoy locamente enamorado de K. Cuando me le declaré, ella me respondió que su pasado y su porvenir permanecerían siempre indivisibles para ella, y que por lo tanto nunca podría compartir mis sentimientos.
Un terrible combate se libró entonces en mi corazón: debía resignarme acaso a su “Nunca, no, nunca”, o, por el contrario, negarme a considerar este asunto como terminado y conservar todavía un poco de esperanzas, no renunciar.
Elegí la segunda solución. Hasta ahora no lamento mi decisión, aunque tropiece siempre con ese  “Nunca, no, nunca”.
Mientras tanto trabajo, hasta más fácilmente desde que la conocí.
Estoy decidido a: amarla hasta que ella termine por amarme.



                                                                             Etten, 7 de noviembre de 1881

Old boy:
Esta es solo para ti, no se la mostrarás a nadie, ¿no es cierto?
No me asombraría, Theo, que mi última carta te haya producido una impresión más bien extraña. La presente tendrá un acento más íntimo, menos áspero.
Déjame preguntarte primero si te asombras de que pueda existir un amor lo bastante sincero y ardiente como para no dejarse enfriar, ni siquiera por innumerables “nunca, no, nunca”.
Le he tomado verdadero gusto a la vida y me siento muy dichoso amando. Mi vida y mi amor resultan ser una misma cosa. Y aunque estoy ante un rechazo, yo considero ese "nunca" como un carámbano, un pedazo de hielo que estrecho contra mi corazón para derretirlo. Sé que ella amó a otro y tiene siempre el pensamiento puesto en ese pasado, y que parece tener escrúpulos de conciencia ante la sola idea de un nuevo amor. Sin embargo recuerdo una frase: "¡Es necesario haber amado, perder el amor, y luego volver a amar!". Hoy le he dicho: "K., yo te amo como a mí mismo". Y entonces fue cuando ella respondió: "No, no, nunca en la vida"".
En cuanto a predecir qué podrá más, el frío de ese trozo de hielo o el calor de mi vida, es un problema delicado sobre el que prefiero no pronunciarme en este momento. Enamórate y verás: para tu asombro caerás en la cuenta de que existe otra fuerza que nos impulsa a actuar, y es el sentimiento.