jueves, 28 de octubre de 2010

Cortázar recita Dalton

Cuando sepas que he muerto

Alta hora de la noche - Roque Dalton

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendrá la muerte y el reposo.

Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscado por mi niebla.

Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.

No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto
desde la oscura tierra vendría por tu voz.

No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre,
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.

martes, 12 de octubre de 2010

Dalton - Los dioses secretos

Los dioses secretos
Roque Dalton

Somos los dioses secretos. Borrachos de agua de maíz quemado y ojos
polvorientos, somos sin embargo los dioses secretos. Nadie puede
tocarnos dos veces con la misma mano. Nadie podría descubrir nuestra
huella en dos renacimientos o en dos muertes próximas. Nadie podría
decir cuál es el humo de copal que ha sido nuestro. Por eso somos los
dioses secretos. El tiempo tiene pelos de azafrán, cara de anís, ritmo
de semilla colmada. Y sólo para reírnos lo habitamos. Por eso somos los
dioses secretos. Todopoderosos en la morada de los todopoderosos, dueños de la travesura mortal y de un pedazo de la noche. ¿Quién nos midió que no enmudeciera para siempre? ¿Quién pronunció en pregunta por nosotros sin extraviar la luz de la pupila? Nosotros señalamos el lugar de las tumbas, proponemos el crimen, mantenemos el horizonte en su lugar, desechando sus ímpetus mensuales. Somos los dioses secretos, los de la holganza furiosa. Y sólo los círculos de cal nos detienen. Y la burla.

martes, 5 de octubre de 2010

Inchauspe

Hay algo en mí que busca la más clara combinación.
Hay algo que golpea, necesita treparse,
volcarse en las palabras. La ventana
enmarca una porción de la noche.

Mis ojos están abiertos. Mi cuerpo desecha
todo movimiento. Yo no necesito de la noche
para parecerme a ella,
sino para sentir el oscuro desafío que me enciende.

domingo, 3 de octubre de 2010

vida con gato/s

Schygulla

éramos, tal vez

Éramos, tal vez,
sólo dos desamparados
hablando en la noche
hasta que vimos amanecer a través de las ramas del pino,
tras la ventana.
Su padre, que había sido fotógrafo
y a quien conocí durante la niñez,
se estaba
-me dijo-
quedando ciego.
A lo largo de esa noche interminable
tuve, muchas veces, unas ganas
feroces
de abrazarlo.
Y ahora recuerdo algunas de sus frases
que me siguen dando ganas de llorar
tantas ganas de llorar.
Yo también hablé, un poco, sobre mi padre