viernes, 26 de abril de 2013

Cuando la luna

Cuando la luna es de melón
Anna Ajmátova

Cuando la luna es de melón una tajada en la ventana
y en redor es la calina cerrada la puerta y la casa encantada
por las azules ramas de glicinas y en la fuente de arcilla hay agua fría
y la nieve del paño y arde una bujía de cera
tal que en la niñez, mariposas zumban
la calma, que no oye mi palabra, retumba
entonces de lo negro de rincones rembrandtianos algo se ovilla de pronto
y se esconde allí a mano, pero no me estremezco, ni me asusto siquiera...
La soledad en sus redes me hizo prisionera
el gato negro el alma me mira, como ojos centenarios
y en el espejo mi doble es tal vez mi contrario.
Voy a dormir dulcemente, buenas noches, noche.

Ajmátova

Cuando escuches el trueno me recordarás
Anna Ajmátova
 
Cuando escuches el trueno me recordarás
y tal vez pienses que amaba la tormenta...
El rayado del cielo se verá fuertemente carmesí
y el corazón, como entonces, estará en el fuego.

Esto sucederá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y me precipite hacia el puerto deseado
dejando entre ustedes apenas mi sombra.

domingo, 21 de abril de 2013

Giannuzzi

Violín obligado


                      Obligado - Mús. Un obligado de tenor, trompa, violín, 
                      clarinete, etc., se entiende un pasaje destinado 
                      expresamente a tal voz o a tales instrumentos 
                      y que ninguno otro dice (Enciclopedia Espasa. V. 39). 



En tu cerebro harapiento entró Mozart:
una ética absoluta, fresco y antiguo.
Cuántas cosas desde el mundo lo ocupaban,
pesadas. Puertas, caminos,
y montañas de polvo que reclamaban
un orden para un significado.
Pero el violín circuló
y todas las desesperaciones lo seguían
en círculos, como perros que no alcanzan
el tema central, la intensidad secreta,
el solo de Mozart en su cielo obligado.

Joaquín Giannuzzi

jueves, 18 de abril de 2013

El fósil

El fósil - José Watanabe

La vida en ti fue un pez de 20 centímetros.
Tu remoto latido, hoy petrificado,
vive ahora en mi cuerpo tan inverosímil como el tuyo.

Tú ya no puedes mirarte ni mirarme, no sabes
lo extraño que es ser pez u hombre.
Somos, te digo, inverosímiles, caprichos
de una madre delirante
que cuaja infinitas e insensatas formas en el mar y la tierra.

El ruido alegre de los niños en el museo
que se empinan a mirar otros fósiles
interrumpe mi habitual pesimismo, y me enternece:
después de todo, pescadito, tal vez alguna razón existe.

El kimono



El kimono - José Watanabe
Mi padre y mi madre eran sombras
dispares
que ahora, muertas, acaso se encuentran
más.
Yo recuerdo: él le regaló un kimono
y ella lloró en silencio
porque una gracia así
no concordaba
con su amor tan austero.

En la espalda del kimono
saltaba un salmón rojo.
Sobre los hombros de mi madre, el pez
parecía subir por la cascada de sus cabellos,
hermosísimos y azulados cabellos
de mestiza:
Una bella imagen que ella no podía ver.
Dígasela usted, padre,
para que deje de llorar.

sábado, 6 de abril de 2013

TALLER LITERARIO VIRTUAL

A partir de abril

TALLER LITERARIO VIRTUAL

Coordina: Beatriz Actis 
 
* Literatura para Niños
* Literatura para Adultos

Consultas: beatrizactis@hotmail.com