domingo, 15 de julio de 2012

Simone y Gershwin

Borges y gatos, según Silvina

Borges considera a los animales como dioses o grandes magos; piensa también, caprichosamente, que cualquier ejemplar de la especie representa a todos. Al abrir una puerta, sé que a veces le pregunta al gato de la Biblioteca Nacional: ¿Se puede entrar?. Confundido, piensa: ¡Pero el gato del vecino que encuentro al salir de aquí es quizás el mismo gato que veo detrás de esta puerta! Si lo encuentra sentado sobre su silla, busca otra, para no molestarlo. (Silvina Ocampo)

miércoles, 11 de julio de 2012

Paisajes (Saer - Lispector)


“Es tan vasto el silencio de la noche en la montaña (…). Silencio tan grande que la desesperación tiene vergüenza”. Clarice Lispector

“…nosotros, prisioneros
de una llanura indiferente”.
Juan José Saer

domingo, 1 de julio de 2012

Contratapa

Contratapa de María Teresa Andruetto para LOS POETAS NOCTURNOS:


Una mujer que baja por la costa del Pacífico y otra que navega río arriba, delinean en una suerte de embriaguez, de embotamiento, una geografía y un tiempo por los que circulan (sueño, utopía o pesadilla) acontecimientos sociales de las últimas décadas en Latinoamérica. La búsqueda de un territorio que ya está en el mito y el viaje tras las huellas de un padre, de un pueblo y de una historia son el hilo que conduce al lector de Los poetas nocturnos, novela premiada en el concurso del Fondo Nacional de las Artes 2011. En la costa del Alto Paraná, río vertebral de nuestra literatura, una mujer viaja y en el viaje recuerda otros viajes y otros hombres, además de ése que es todos los hombres. El viejo poeta, el fotógrafo, el militante, el exiliado, el que conoció al fundador, el que vivió en el monte chaqueño, el maestro, el anciano que tiene la edad de su padre, el músico, el imperturbable, son sucedáneos de aquél cuyas huellas se buscan, y lo que ha ocupado nuestras vidas durante décadas está en el presente o en el pasado de la que busca una genealogía, de la que recuerda el amor y también la falta de amor, el abandono. El pueblo/destino se llama Bleckman y es el lugar de los falsos nombres, de la engañosa identidad, de la doble vida y la simulación.  Lo demás es un hombre, unos hombres, y sus mujeres solas pariendo bastardía, generación tras generación. Construir la propia historia, parece decirnos Beatriz Actis, implica reconstruir a un padre, a un pueblo, referencias de tierra firme que conviertan en puerto las zonas oscuras del pasado. Así, en la obligada vigilia de la escritura, la memoria de una mujer revive lo que hubo y lo que faltó. Pero para eso antes es necesario salir de viaje. ¿Patria es el lugar en que se entierra a los padres? Entonces esta novela, este viaje, es también la búsqueda conmovedora de una patria.