martes, 5 de abril de 2016

Edimburgo



Edimburgo
                                                                       Beatriz Actis 

Había leído aquel poema de Montale sobre la calle de la media luna
antes de conocer Edimburgo.
Era el fin del otoño,
la primera nevada caía.
A poco de llegar vi que la media luna no era
una calle sino una batería del Castillo que amenaza o embellece la ciudad.
En el poema dice Montale
  “el hombre que predicaba bajo la Media Luna
  me preguntó: ¿Sabes dónde está Dios? Lo sabía
  y se lo dije. Movió la cabeza”
(es a la vez espléndido y triste)
Entramos en un bar de la ciudad medieval, una tarde oscura, huyendo de la tormenta.
Adentro, mujeres de nacionalidades inciertas (¿danesas…?) bailaban, y escoceses tocaban guitarra y violín,
todos bebían bajo la  mirada estática eterna de un retrato de Robert Burns.
No teníamos frío, no teníamos miedo, éramos jóvenes y amábamos,
no nos delataba la mortalidad.
Afuera,
escoceses pasaban
silbando bajo la ventisca.