jueves, 23 de diciembre de 2010

Warthon

La vejez no existe; sólo existe la pena. Con el paso del tiempo he aprendido que esto, aunque cierto, no es toda la verdad. Otro generador de vejez es el hábito: el mortífero proceso de hacer lo mismo de la misma manera a la misma hora día tras día, primero por negligencia, luego por inclinación, y al final por inercia o cobardía. Afortunadamente, la vida inconsecuente no es la única alternativa, pues tan ruinoso como la rutina es el capricho. El hábito es necesario; es el hábito de tener hábitos, de convertir una vereda en camino trillado, lo que una debe combatir incesantemente si quiere continuar viva. Pese a la enfermedad, a despecho incluso del enemigo principal que es la pena, una puede continuar viva mucho más allá de la fecha usual de desintegración si no le teme al cambio, si su curiosidad intelectual es insaciable, si se interesa por las grandes cosas y es feliz con las pequeñas. Mientras ordenaba y escribía mis recuerdos, he aprendido que estas ventajas no dependen generalmente de los méritos propios y que es probable que yo deba mi vejez dichosa al antepasado que accidentalmente me dotó de tales cualidades. Otra ventaja (igualmente accidental) es que yo no recuerdo por mucho tiempo mis enojos. Raramente olvido una ofensa a mi espíritu, ¿quién la olvida? Pero la vida la recubre con un rápido bálsamo, y queda registrada en un libro que raras veces abro.
(Autobiografía - Edith Warthon)

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Fernández Retamar - Felices los

Felices los normales, esos seres extraños

Nosotros, los sobrevivientes

Qué son las islas

Ella está echada en la penumbra


(Versos sueltos de Roberto Fernández Retamar)

martes, 21 de diciembre de 2010

Graciela Martin - TALLER 2010

“Mira, mira hacia las islas
¿Viste alguna vez la melodía de los brillos?
¿La viste ondular, todavía de gasa,
desde tus pies al cielo, sobre el río?" (Juan L. Ortiz, “de las raíces y del cielo”)


HAIKUS (Yo con mi bruma) *

Estrella fugaz
en el cielo infinito
¿adónde caerás?


Horizonte gris,
pescadores y redes…
Espacio sin fin.


Telón oscuro
salpicado de puntos
de brillo puro.


Mansa la luna,
quieta la noche clara.
Yo con mi bruma.


La lejanía
y su luz blanquecina
tan solo mía.

Silencio enorme:
río, canoas, luna,
grillos y noche.

Vieja laguna,
en tu óvalo de espejo
se ve la luna.

* Graciela Martin, Taller de Lectura y Escritura, Rosario, 2010

jueves, 16 de diciembre de 2010

Poema de Cirlot

De Juan Eduardo Cirlot - Fragmento

Tan ciego todo bosque
las tan desnudas aguas
de nubes sólo la

Y pensando en la frente
dentro de la celeste
palabra agonizante
por los ojos las alas
arder y sola si
tú majestad de un mundo

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Adriana Barchesi - TALLER 2010

Cotidiano *


Con la taza de café, indispensable,
veo el polvo en los estantes
desorden de papeles
el desgano de la mañana,
del disco llegan a mí
los sonidos de un viejo blues,
The thrill is gone,
ya no importa
el orden en las cosas,
los sonidos se afinan,
enciendo la tele,
Camino a Memphis,
la pantalla me devuelve a BB King
“quiero que todo
el mundo oiga mi música”,
guitarra escandalosa, pianos,
voz desgarrada que abre
y rompe
la indolencia de un
nuevo día

* Adriana Barchesi, Taller de Lectura y Escritura, Rosario, 2010

Walter Koza - TALLER 2010

Secretos del mundo animal *

Comienza el número del domador y el tigre.
El domador exhibe, soberbio, un látigo que amenaza la piel magnífica del animal. El látigo va y viene, como una víbora ponzoñosa, ante los ojos asustados del tigre, que espera, de un momento a otro, la orden de pararse sobre dos patas, caminar hacia atrás o hacer alguna pantomima que haga las delicias del público.
Pero el felino no le tiene miedo al domador. Sabe que de un solo zarpazo le arrancaría el latiguito ese y se lo metería en el culo. Sin embargo, no lo hace. Prefiere entregarse de lleno a la autoridad del hombre, prefiere la sumisión, prefiere simular miedo.
Esto sucede porque las perversiones no son exclusivas de los seres humanos, y también hay animales sadomasoquistas.

* Walter Koza, Taller de Lectura y Escritura, Rosario, 2010

lunes, 13 de diciembre de 2010

Fabiana Paloma - TALLER 2010

Anteojos de sol *

Siendo yo jovencísima –cuando la Vida se me entregaba por entero y yo a ella en la misma medida–, no usaba lentes de sol. Era para mí un sacrilegio opacar los colores del mundo y negarme su refulgencia. Por entonces mis ojos eran límpidos.
Avanzado un buen trecho de juventud –cuando la Vida y yo comenzamos a esquivarnos y hasta a negarnos a veces–, el espejo me mostró una arruga que marcaba mi frente como un tajo. Alguien me advirtió sobre ese gesto mío, recurrente, de fruncir el entrecejo ante la claridad del día.
Compré unos anteojos de sol.
Me acostumbré a usarlos en los días soleados.
Al tiempo se me hizo costumbre llevarlos incluso en días nublados.
Hoy los usaría todo el tiempo. Es tan cómodo observar a los otros a través de las lentes oscuras. Ellos quedan expuestos a mi mirada encubierta. Los anteojos de sol me preservan. La arruga en mi frente ahora es menos profunda. Y bueno – y sí, tal vez­–, mis ojos son menos límpidos.

* Fabiana Paloma, Taller de Lectura y Escritura, Rosario, 2010

domingo, 12 de diciembre de 2010

Graciela Gandini - TALLER 2010

Desierto *

Vasta geografía ajena,
testigo de los tiempos,
éxtasis de la soledad


En tu nostalgia líquida
mudan, vibrantes, las olas


Sinfonía del silencio,
temores antiguos,
eternidad


En tu derroche de sol
predica el dios de los tiempos


Perfil del infierno,
cuna del Creador,
cielo al revés

En tu aliento el viento escupe
el lamento de los insepultos


Deambular del peregrino,
regocijo de infiernos,
apología de infinito

En tu vientre de mujer estéril
quiero enterrar este corazón solo

* Graciela Gandini, Taller de Lectura y Escritura, Rosario, 2010

María Teresa Perotti - TALLER 2010

Visita *

Una mano pequeña semicerrada
de palma cóncava,
de dedos largos, terminados en uñas afiladas,
sobre el dedo anular,
dibujada una piedra.

Acerada y alta, muy alta, a los ojos de la niña, en el ángulo derecho de la puerta, está la mano.
¿Cuál será el rostro de esa mano? Ah, sí, seguro que es el rostro de Rita, la hermana de la abuela, que murió cuando llegó a la Argentina. Allí en el cuadro, ella tenía las manos, de dedos largos y uñas finas, entrelazadas sobre su pecho, y la mirada hacia arriba, sonriendo desde unos ojos sombreados por ondeadas pestañas.

La madre alza su brazo y toca la mano fría, suenan dos golpes secos que se expanden a lo largo del zaguán. La niña contiene el aliento y espera que surja tras el umbral, radiante, el dulce rostro del retrato de Rita, aquella hermana de la abuela.

* María Teresa Perotti, Taller de Lectura y Escritura, Rosario, 2010

sábado, 11 de diciembre de 2010

Silvia Iammarino - TALLER 2010

Hamaca *

Piso descalzo, zapato de tierra. El escenario montado en el patio mayor; en el extremo norte, el paraíso, erguido y fértil. De sus brazos más fuertes penden dos gruesas cadenas y un viejo tablón. Austera puesta en escena y vital en la vida del niño, como una infancia sin adornos.
El rey de pies descalzos en zapatos de tierra corre al amanecer a posarse en el trono del extremo norte del patio mayor. Un suave movimiento ondulatorio de su cuerpo despierta a la calandria en el nido. Se estremece el paraíso y llueven hojas secas. Los pies se retraen hacia atrás y el torso se curva hacia adelante. Y viceversa. Ya no hay quien pare el vaivén, pies atrás, torso adelante conspirando contra el viento, torso recostado hacia atrás, pies volando hacia adelante. Piso de tierra, de cielo azul y de paraíso en su esplendor. El piso se eleva hasta hacerse infinito. El rey casi puede volar. Planea y despega. Y vuelve a empezar, siempre es así.
Pero el círculo, a veces, se hace espiral. En el clímax de la ascensión a los cielos los pies rozan el nido, la calandria se tambalea y caen al piso de tierra dos pichones que no saben volar como el rey. El rey se destrona de un salto sobre la montaña de arena. Corre pies descalzos zapatos de tierra a revivir a los recién nacidos, que a esa altura, comienzan a desplegar sus alas. Planean y despegan, como el rey. No hay aplausos, sólo la mirada del niño.

* Silvia Iammarino - Taller de Lectura y Escritura, Rosario, 2010

viernes, 10 de diciembre de 2010

Francisco Sanguineti - TALLER 2010

Meniscos *

Papá tiene el pelo más blanco que nunca, y en las conversaciones grupales suele ausentarse por varios minutos. Tiene un menisco roto y sube las escaleras del lado de la baranda haciendo fuerza con el brazo.

Van a hacer diez años que murió mamá y papá intentó lo que en su momento le sugirieron todos: que rehaga su vida. Entonces papá se puso de novio con una mujer que cambió los cuadros de lugar en la casa y puso algunas plantas que dan flores. Pero las cosas empezaron a ir mal y se separaron.

El viernes pasado, mientras comíamos con María, papá estaba callado. Al lado nuestro pasó una mujer con el paso firme como hundiendo el piso. Papá, que estaba de espaldas, dijo: “Esa mujer camina como caminaba mamá, golpeando el suelo”. Me di cuenta de que cuando está callado está del lado de la baranda y haciendo fuerza con el brazo. Son bravas las escaleras con los meniscos rotos.

* Francisco Sanguineti - Taller de Lectura y Escritura 2010, Rosario

domingo, 5 de diciembre de 2010

Gamoneda, Libro del frío

Tu cabello en sus manos; arde en las manos del vigilante
de la nieve.

Son las cebadas, la siesta de las serpientes y tu cabello en el
pasado.

Abre tus ojos para que yo vea las cebadas blancas: tu cabeza
en las manos del vigilante de la nieve.

Antonio Gamoneda