viernes, 29 de marzo de 2019

PULSO - Paul Auster


Pulso (Paul Auster)
Esto que retrocede
se acercará a nosotros
al otro lado del día.
Otoño: una sola hoja
comida por la luz: y el verde
mirar del verde sobre nosotros.
Allí donde la tierra no se para,
allí también nosotros seremos esa luz,
incluso mientras la luz
muere
en la silueta de una hoja.
Mirada boquiabierta
en el hambre del día.
Donde no hemos estado
estaremos. Un árbol
arraigará en nosotros
hasta erguirse en la luz
de nuestras bocas.
El día se pondrá en pie ante nosotros.
El día nos seguirá
hasta el día.

jueves, 21 de marzo de 2019

TALLER: Escribir literatura para niños


TALLER LITERARIO dedicado a ADULTOS que quieren escribir LITERATURA INFANTIL. Comienza en ROSARIO el jueves 25 de abril, de 18.30 a 20. Hay también una opción virtual. A quienes les interese, pueden comunicarse por el blog o por mail: beatrizactis@hotmail.com 

lunes, 18 de marzo de 2019

Tres poemas de Carver

Esta habitación
Esta habitación, por ejemplo:
¿es eso un coche sin conductor
que espera abajo?
Promesas, promesas,
no hacerlas
por mi bien.
Recuerdo sombrillas,
una explanada junto al mar,
aquellas flores…
¿Debo quedarme siempre detrás,
escuchando, fumando,
tomando notas rápidas a distancia?
Enciendo un cigarrillo
y corro la cortina.
Hay un ruido en la calle
cada vez más tenue, más tenue.
Forever
A la deriva en una nube de humo,
sigo la raya que en el suelo del jardín deja un caracol
hasta el muro de piedra.
Solamente al final me acuclillo, veo
lo que hay que hacer y, de repente,
me adhiero a la piedra húmeda.
Empiezo a mirar lentamente alrededor
y a escuchar, utilizando para ello
mi cuerpo entero como el caracol
utiliza el suyo, relajado, pero alerta.
¡Atención! Esta noche es un hito
en mi vida. Después de esta noche,
¿cómo podré volver a mi
vida anterior? Mantengo los ojos fijos
en las estrellas, les hago señales
con mis antenas. Me sujeto bien
durante horas, descansando sin más.
Más tarde, la pena comienza
a gotear en mi corazón.
Recuerdo que mi padre está muerto,
y que me voy a ir pronto
de esta ciudad. Para siempre.
Adiós, hijo, dice mi padre.
Casi al amanecer, bajo
y vuelvo errabundo a casa.
Todavía están esperándome,
el espanto aletea en sus rostros
cuando se encuentran con mis nuevos ojos por primera vez.
Miedo
Miedo a ver un coche de la policía acercarse a mi puerta.
Miedo a dormirme por la noche.
Miedo a no dormirme.
Miedo al pasado resucitando.
Miedo al presente echando a volar.
Miedo al teléfono que suena en la quietud de la noche.
Miedo a las tormentas eléctricas.
¡Miedo a la limpiadora que tiene una mancha en la mejilla!
Miedo a los perros que me han dicho que no muerden.
Miedo a la ansiedad.
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo a quedarme sin dinero.
Miedo a tener demasiado, aunque la gente no creerá esto.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y miedo a llegar antes que nadie.
Miedo a la letra de mis hijos en los sobres.
Miedo a que mueran antes que yo y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre cuando ella sea vieja, y yo también.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día acabe con una nota infeliz.
Miedo a llegar y encontrarme con que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar lo suficiente.
Miedo de que lo que yo amo resulte letal para los que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado.
Miedo a la muerte.
                                                                     Raymond Carver


viernes, 1 de marzo de 2019

Viejos poemas de amor (III)


Cierro los ojos 

“Basta. No es insistir mirar el brillo largo de tus ojos”.  Vicente Aleixandre



nada me hará feliz
todo retorna y se va
desvaneciendo
lentamente
en un silencio
húmedo y antiguo
como la nave
de una iglesia

ayer atravesamos
el campo a oscuras
al llegar
acomodé mis flores
en una coctelera
parecen transparentes
a lo lejos
las flores amarillas

pasa un pájaro
vuela al ras
me asomo a la ventana
al aire gris

ahora
campanas
cruzan el aire

su cara en el momento del amor
es una cara de abismo
un náufrago
ardor

cierro los ojos
veo otra vez
aquel instante
en que se va perdiendo
de a poco
la conciencia
y sólo nos quedan los sentidos
una pierna que cruza
encima de la otra
el último abrazo
la respiración más acompasada
o más lenta

la curva de su cuello
como el límite del mundo

*

Lo último que quisiera
es que cargaras con mi melancolía

Hubo una vez
en que el amor
sacaba a la fiera
que hay en mí

y yo pensaba
que destrozaría el mundo

pero eso fue hace un siglo
ahora cierro los ojos
y espero la luz
de la mañana siguiente

*

Es de noche y escribo estas respuestas 
            
mientras me da por esperar como una devota

(pagana)

que esté siempre alerta tu voz

del otro lado del teléfono
                                                                                                Beatriz Actis