martes, 30 de julio de 2019

Poema de Chantal Maillard


Anduve por el dorso de tu mano, confiada...

Anduve por el dorso de tu mano, confiada,
como quien anda en las colinas
seguro de que el viento existe,
de que la tierra es firme,
de la repetición eterna de las cosas.
Mas de repente tembló el universo:
llevaste la mano a tus labios
y bostezando abriste la noche
como una gruta cálida.

Llevabas diez mil siglos despertando
y el fuego ardía impaciente en tu boca.

                                                                                       


 

martes, 23 de julio de 2019

Roberto Fernández Retamar (1930 - 2019)

Con las mismas manos

Con las mismas manos de acariciarte estoy construyendo una escuela.
Llegué casi al amanecer, con las que pensé que serían ropas de trabajo,
pero los hombres y los muchachos que en sus harapos esperaban
todavía me dijeron señor.
                                                Están en un caserón a medio derruir,
con unos cuantos catres y palos: allí pasan las noches
ahora, en vez de dormir bajo los puentes o en los portales.
Uno sabe leer, y lo mandaron a buscar cuando supieron que yo tenía biblioteca.
(Es alto, luminoso, y usa una barbita en el insolente rostro mulato)
Pasé por el que será el comedor escolar, hoy solo señalado por una zapata
sobre la cual mi amigo traza con su dedo en el aire ventanales y puertas.
Atrás estaban las piedras, y un grupo de muchachos
las trasladaban en veloces carretillas. Yo pedí una
y me eché a aprender el trabajo elemental de los hombres elementales.
Luego tuve mi primera pala y tomé el agua silvestre de los trabajadores,
y, fatigado, pensé en ti, en aquella vez
que estuviste recogiendo una cosecha hasta que la vista se te nublaba
como ahora a mí.
                                 ¡Qué lejos estábamos de las cosas verdaderas, amor, qué lejos —como uno de otro—!
La conversación y el almuerzo
fueron merecidos, y la amistad del pastor.
Hasta hubo una pareja de enamorados
que se ruborizaban cuando los señalábamos riendo,
fumando, después del café.
                                                     No hay momento
en que no piense en ti.
                                          Hoy quizás más,
y mientras ayude a construir esta escuela
con las mismas manos de acariciarte.

lunes, 15 de julio de 2019

Gatos y magos

Borges considera a los animales como dioses o grandes magos; piensa también, caprichosamente, que cualquier ejemplar de la especie representa a todos. 
Al abrir una puerta, sé que a veces le pregunta al gato de la Biblioteca Nacional: ¿Se puede entrar?
Confundido, piensa: ¡Pero el gato del vecino que encuentro al salir de aquí es quizás el mismo gato que veo detrás de esta puerta! 
Si lo encuentra sentado sobre su silla, busca otra, para no molestarlo. 

                                                                                                               Silvina Ocampo




domingo, 14 de julio de 2019

Pizarnik


dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe
A Laure Bataillon
Mucho más allá
¿Y qué si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?
¿Y qué?
¿Y qué me da a mí,
a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia
en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?
¿A qué, a qué
este deshacerme, este desangrarme,
este desplumarme, este desequilibrarme
si mi realidad retrocede
como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan,
hasta que cae a mis pies como un ave muerta?
Quisiera hablar de la vida.
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados, este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
<<¿es que yo soy? ¿verdad que sí?
¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?>>
Y con las manos embarradas
golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta
de sucios y hermosos velos,
pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes
de imbécil soberbia
tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.
Pues eso es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza.
Revelaciones
En la noche a tu lado
las palabras son claves, son llaves.
El deseo de morir es rey.
Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones.
Sortilegios
Y las damas vestidas de rojo para mi dolor y con mi dolor insumidas
en mi soplo, agazapadas como fetos de escorpiones en el lado más
interno de mi nuca, las madres de rojo que me aspiran el único calor
que me doy con mi corazón que apenas pudo nunca latir, a mí que
siempre tuve que aprender sola cómo se hace para beber y comer y
respirar y a mí que nadie me enseñó a llorar y nadie me enseñará ni
siquiera las grandes damas adheridas a la entretela de mi respiración
con babas rojizas y velos flotantes de sangre, mi sangre, la mía sola, la
que yo me procuré y ahora vienen a beber de mí luego de haber matado
al rey que flota en el río y mueve los ojos y sonríe pero está muerto y
cuando alguien está muerto, muerto está por más que sonría y las
grandes, las trágicas damas de rojo han matado al que se va río abajo y
yo me quedo como rehén en perpetua posesión.
La única herida
¿Qué bestia caída de pasmo
se arrastra por mi sangre
y quiere salvarse?
He aquí lo difícil:
caminar por las calles
y señalar el cielo o la tierra.