Los secretos persiguen a los niños
curiosos.
Los persiguen con desesperación, como un futbolista al jugador del
equipo contrario que tiene la pelota, se va escapando hacia el arco y está a
punto de hacer un gol.
Los persiguen con fidelidad, como un perro compañero durante las largas
caminatas del verano.
Andan tras de ellos como zombies: sin pensar.
Como una nota burlona escrita por los bromistas del grado y pegada en la
espalda del más distraído.
O como un mimo que en mitad de la calle imita el paso de algún
transeúnte: sin que los niños curiosos (al menos al principio) se den cuenta.
En fin, como una sombra.
Los misterios escondidos en la vida de la
gente no se quedan quietos y persiguen a los niños curiosos, para poder ser
revelados y descubiertos de una buena vez.
("Lágrimas de sirena" - Editorial Quipu)
("Lágrimas de sirena" - Editorial Quipu)
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