domingo, 8 de abril de 2012

Diario (Viajes)

Malargüe
Era otoño y las hojas de los álamos caían sobre el jardín del Observatorio, sobre las banquinas, al costado de la ruta de acceso al pueblo, todo más y más amarillo. Hasta hacía un rato nos había perseguido el frío pero enseguida empezó a soplar un Zonda caliente, las hojas volaron de modo veloz y quedé envuelta en un torbellino que oscilaba y crujía. Después del Zonda, sabíamos, llegaba la nieve. En Malargüe tomamos espumante hecho en San Rafael con uva blanca chardonnay y uva tinta pinot noir, el champagne, me han dicho, tiene litio, las sales de litio ayudan a estabilizar el ánimo. El clima mendocino, el desierto alrededor, la calma cuando se marchan los turistas, más el espumante con las sales de litio diluyen el verano, impiden el azote indescriptible del recuerdo, aunque cierto dolor, ciertas tristezas vayan a estar aquí durante largo tiempo. El verano es, cerca de la montaña, apenas una primavera.

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