viernes, 29 de noviembre de 2019

Dos poemas de Glauce Baldovin

La poesía sale de su oscuro rincón
me enfrenta
me mira desde sus ojos sin párpados
y me exige testimonio sobre el hambre
la persecución
el crimen.

Me conmina.
Me sentencia.

Y antes de esfumarse otra vez
deja en mis manos un afilado puñal de punta perfecta.

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Al morir
con certeza mi hermana gemela me dejó su vida
prendida al ombligo
para que yo viviera por ella y por mí.
Este yugo que me unce
el peso de milenarias piedras sobre los hombros
y su voz      que es sólo un rumor
desvela a la paloma         a la pantera
a la locura que se viste de rojo y violeta
se restriega las manos mientras patina haciendo ochos sobre el piso
las paredes
el techo de la casa.

Yo miro aturdida
confundiendo mi cama con un tren que vuela enloquecido en busca del sol.


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