NUESTRA LEONA
Sé que el sol va y viene, inquieto, husmeándome
entre los cañaverales.
Sé que se demora en el cenit mirando ansiosamente el valle.
El sol era nuestra leona.
Una imagen, aun de humilde imaginación verbal como ésta,
va a la mente
y le pide que condescienda
con el poeta. Es el trato.
Esta vez no, esta vez sólo pido vuestra mirada inmediata y literal:
¿Quién, tan esbelto, salta de la venta a mi tarima
y me levanta de la nuca con sus suaves fauces
y me lleva al río
sino es el sol?
El sol era nuestra leona.
Un viento cálido me envuelve siendo aquí, en Baja Sajonia, invierno:
es la imagen creando su espacio en mi cuerpo enfermo,
es el sol que me husmea como a hijo falto,
allá en el norte del país,
donde me enseñó a caminar empujándome con el hocico.
entre los cañaverales.
Sé que se demora en el cenit mirando ansiosamente el valle.
El sol era nuestra leona.
Una imagen, aun de humilde imaginación verbal como ésta,
va a la mente
y le pide que condescienda
con el poeta. Es el trato.
Esta vez no, esta vez sólo pido vuestra mirada inmediata y literal:
¿Quién, tan esbelto, salta de la venta a mi tarima
y me levanta de la nuca con sus suaves fauces
y me lleva al río
sino es el sol?
El sol era nuestra leona.
Un viento cálido me envuelve siendo aquí, en Baja Sajonia, invierno:
es la imagen creando su espacio en mi cuerpo enfermo,
es el sol que me husmea como a hijo falto,
allá en el norte del país,
donde me enseñó a caminar empujándome con el hocico.
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