sábado, 20 de julio de 2013

Marosa



Marosa di Giorgio (Los papeles salvajes. Poemas. Arca, 1971)

La luna ha clavado su herradura fina, de vidrio, en mitad del cielo.
La chimenea le envía humo, humo, humo.
Llega a la cocina y entra. El perro se detiene en el umbral.
A la voz de la niña se vuelve la abuela.
Y la abuela da un grito horrible.
La palabra “lobo” rompe los oídos de la niña.
La abuela se enloquece y golpea, enloquecida, la puerta.
Cuando puede volver a mirar, ve a la niña, caída junto a las chimeneas. Y cuando puede detener el sacudón bárbaro de sus brazos, va hacia las chimeneas. Levanta el pequeño cuerpo, que se le dobla como una campánula.
Lo oprime, lo oprime. La niña está muerta.
La oprime, la oprime. Tiene olor a ramita de pino, y a piñón.

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