LITERATURA PARA NIÑOS
Era una casa... (Patricia Galli)
Era una casa vieja, vieja, vieja,
con ladrillos viejos, viejos, viejos...
En ella vivía una señora vieja,
que usaba vestidos de telas muy viejas.
El techo tenía agujeros viejos,
y cuando llovía entraban gotitas
de agua de lluvia, que caían todas
en fuentones viejos.
Si llovía mucho, caían a destiempo
en fuentones grandes, en otros pequeños...
Se las escuchaba, por ratitos cortos
o por largo tiempo...
El patio tenía un aljibe viejo,
profundo y oscuro con un balde viejo.
El balde colgaba de una soga vieja,
con ella llegaba a tocar el agua,
¡el ruido que hacía cuando lo escuchaba!,
yo me imaginaba y me preguntaba:
Abajo... en el fondo...
¿Quién será que habla?
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Un dragón de bolsillo (Lis Gariglio)
Quino es un niño esquimal. Vive en un lugar muy, muy frío, donde las
casas se llaman iglú. Están hechas de
ladrillos de hielo y tienen la misma forma que la mitad de una naranja.
Como
Quino es muy friolento, este año el Hada Nieves decidió hacerle un regalo
especial: le trajo, desde su mundo lejano, un dragón de bolsillo. Quino lo bautizó Olivio porque es verde y chiquito como
una aceituna. Olivio duerme en una caja de fósforos y cuando Quino sale a
pasear por la nieve o va al gran iglú-escuela, viaja en el bolsillo de su
abrigo.
Si Quino siente frío, Olivio se escabulle
entre sus zapatos y tose fuerte para que el vapor de su garganta le caliente
los pies. Otras veces, salta hacia fuera y lanza una gran llamarada para
derretir la escarcha de los caminos. Con el agua que junta, le prepara a Quino
un té rico para calentarle la panza.
Quino, agradecido, premia a Olivio con su
golosina favorita: terrones de carbón endulzados con chocolate de aserrín.
(¡Glup!)
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