DIARIO DE VIAJE
de la Trinità dei Monti, se agravó sensiblemente, los médicos le aconsejaron que se alejase del frío y marchara hacia el clima benévolo de Italia; Keats partió a Roma, invitado por su amigo Shelley.
Llegó a la ciudad en noviembre de 1820 y durante un año pareció mejorar, pero en febrero del año siguiente murió en la misma casa en que residía. Se cumplió allí con la tradición funeraria de capturar el rostro del muerto ilustre a través de una máscara, para preservar –y honrar- la memoria visual y táctil de su cara. (Como un ejemplo cercano, en el Palacio San José, en la Sala de la Tragedia, se exhibe en una vitrina la máscara mortuoria de Justo José de Urquiza).
En honor a Keats, Percy Shelley escribió “Adonaïs”. La “Casa Keats-Shelley” reúne recuerdos de los dos poetas: manuscritos, primeras ediciones, retratos pintados por artistas diversos. A principios del siglo XX, la vivienda fue restaurada para convertirla en un memorial; durante la Segunda Guerra, se la camufló para eludir los bombardeos y los objetos que había en ella fueron enviados a una abadía, ocultos para que no fuesen destruidos, y se restituyeron en el 44. Pero hay otra casa emblemática.
Es en donde vivió el poeta durante los dos años anteriores a su viaje final a Italia y está en Hampstead Heath, en Londres, rodeada por jardines; también hoy es un museo.
Llegamos ya tarde, había terminado el horario de visitas vespertinas, pero no habían corrido las cortinas –o no había cortinas- y el interior de la vivienda estilo Regencia estaba iluminado; atravesamos el jardín y rodeamos la casa, espiando a través de los vidrios, casi encaramados, siempre absortos.
Ésa era su residencia cuando John Keats escribió “Oda a un ruiseñor” y allí se guarda aún el anillo de compromiso que le dio a su amada Fanny Brawne (Jane Campion filmó en 2009 la inmensa historia de amor de la pareja: “Bright star”). Era noche temprana, en otoño oscurece muy pronto por aquellas regiones, y rondábamos la casa de Keats como espíritus nocturnos, como sombras románticas nosotros mismos.
El poeta ya no se fue
de Italia: está enterrado en el cementerio protestante de Roma, cerca de
Percy Shelley, y sobre su lápida austera se lee el célebre epitafio: «Aquí yace
alguien cuyo nombre fue escrito en el agua». (Se dice que Shelley fue
encontrado muerto con un libro de poemas de Keats en el bolsillo).
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