martes, 30 de octubre de 2018

los normales, esos seres extraños

Fernández Retamar - Felices los

Felices los normales, esos seres extraños

Nosotros, los sobrevivientes

Qué son las islas

Ella está echada en la penumbra


(Versos sueltos de Roberto Fernández Retamar)

jueves, 25 de octubre de 2018

Saer. Poema

Vecindad de Logroño

Anotar: en la siesta que arde
la noche voluntaria hace señas,
desde lejos, ubicua,
en la constancia amarilla. Anotar:
viñas verdes sobre tierra roja. Anotar que
la liebre, presa y escándalo,
desea al faro que la inmoviliza.
Anotar: abismos soleados
en días cuyo nombre es legión.


martes, 23 de octubre de 2018

Dice Darwin

“En San Nicolás -dice Darwin- he visto por vez primera el magnífico río Paraná. Al pie del cantil (barranca) donde se levanta la población citada había anclados algunos grandes navíos. Antes de llegar a Rosario cruzamos el Saladillo, corriente de agua cristalina pero demasiado salobre para ser potable. Rosario es una gran ciudad, edificada en una meseta horizontal levantada sobre el Paraná unos dieciocho metros. El río aquí es muy ancho y tiene numerosas islas, bajas y frondosas, como también la opuesta ribera. La vista del río parecería la de un gran lago, a no ser por las islitas en forma de delgadas cintas, únicos objetos que dan idea del agua corriente. Los farallones constituyen la parte más pintoresca; unas veces son del todo verticales y de color rojo, y otras se presentan en grandes masas hendidas, cubiertas de cactus y mimosas. Pero la verdadera grandeza de un río inmenso como éste deriva de constituir un importante medio de comunicación y comercio entre los países por donde pasa, de la vasta extensión de su comarca y del vasto territorio que avena la mole inmensa de agua que arrastra en su curso. Por espacio de muchas leguas al norte y sur de San Nicolás y Rosario el terreno es realmente llano. Todo cuanto los viajeros han escrito sobre su perfecta horizontalidad apenas puede tildarse de exagerado. Sin embargo, nunca hallé un sitio donde echando una mirada en torno mío dejara de ver los objetos a mayores distancias en unas direcciones que en otras, lo que prueba manifiestamente la desigualdad de la llanura”.


lunes, 22 de octubre de 2018

Warthon


La vejez no existe; sólo existe la pena. Con el paso del tiempo he aprendido que esto, aunque cierto, no es toda la verdad. Otro generador de vejez es el hábito: el mortífero proceso de hacer lo mismo de la misma manera a la misma hora día tras día, primero por negligencia, luego por inclinación, y al final por inercia o cobardía. Afortunadamente, la vida inconsecuente no es la única alternativa, pues tan ruinoso como la rutina es el capricho. El hábito es necesario; es el hábito de tener hábitos, de convertir una vereda en camino trillado, lo que una debe combatir incesantemente si quiere continuar viva. Pese a la enfermedad, a despecho incluso del enemigo principal que es la pena, una puede continuar viva mucho más allá de la fecha usual de desintegración si no le teme al cambio, si su curiosidad intelectual es insaciable, si se interesa por las grandes cosas y es feliz con las pequeñas. Mientras ordenaba y escribía mis recuerdos, he aprendido que estas ventajas no dependen generalmente de los méritos propios y que es probable que yo deba mi vejez dichosa al antepasado que accidentalmente me dotó de tales cualidades. Otra ventaja (igualmente accidental) es que yo no recuerdo por mucho tiempo mis enojos. Raramente olvido una ofensa a mi espíritu, ¿quién la olvida? Pero la vida la recubre con un rápido bálsamo, y queda registrada en un libro que raras veces abro. 

                                                                                                  (Autobiografía - Edith Warthon)

lunes, 8 de octubre de 2018

Escuelas

Escuela 186 Gral. San Martín de Peyrano (provincia de Santa Fe). Pilarañas y otros historias. Octubre 2018