Domingo
Leo en el Diario de Brecht (9-8-1940): “Sobre la
concisión del estilo clásico: si en una página omito lo suficiente, estoy
reservando para una sola palabra —por ejemplo, la palabra noche, en la frase —
el valor equivalente a lo que he dejado afuera en la imaginación del lector”.
Idéntica a la teoría del iceberg de Hemingway, solo que en el caso de
Brecht se deja afuera lo que el lector conoce y en el caso de Hemingway se deja
afuera lo que el lector no conoce.
En París era una fiesta, refiriéndose a uno de sus primeros
cuentos, escribe Hemingway: “En una historia muy simple llamada Out of Season (Fuera de temporada) omití el verdadero final en que el
viejo se ahorcaba. Lo omití basándome en mi teoría de que se puede omitir
cualquier cosa si se sabe qué omitir y que la parte omitida refuerza la
historia y hace al lector sentir algo más de lo que ha comprendido”.
El cuento de
Walsh ‘Esa mujer’ pertenece a la primera categoría. Todos los lectores
—argentinos— saben que la mujer, a la que nunca se nombra, es Eva Perón. En
cambio ‘La siesta del martes’ de García Márquez pertenece a la segunda. No se
narra la escena central —con la mujer que va con su hija al cementerio bajo la
mirada acusadora del pueblo— y el lector debe imaginarla. En los dos casos lo
que se sustrae define la historia.
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