-Bueno- siguió contando su historia el Sombrerero.- Lo
cierto es que apenas había terminado yo la primera estrofa, cuando la Reina se
puso a gritar: “¡Vaya forma estúpida de matar el Tiempo! ¡Que le corten la cabeza!"
-¡Qué barbaridad! ¡Vaya fiera!- exclamó Alicia.
-Y desde entonces- añadió el Sombrerero con voz
tristísima-, el Tiempo cree que quise matarlo y ya no quiere hacer nada por mí.
Ahora son siempre las seis de la tarde.
Alicia comprendió de repente todo lo que allí ocurría.
-¿Es ésa la razón de que haya tantos servicios de té
encima de la mesa?- preguntó.
-Sí, ésta es la razón- dijo el Sombrerero con un
suspiro. –Siempre es la hora del té, y no tenemos tiempo de lavar la vajilla
entre té y té.
-¿Y lo que hacen es ir dando vuelta a la mesa, verdad?
–preguntó Alicia.
-Exactamente- admitió el Sombrerero.-A medida que
vamos ensuciando las tazas.
-Pero qué pasa cuando llegan de nuevo al principio de
la mesa- se atrevió a preguntar Alicia. (...)
(Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll)
No hay comentarios:
Publicar un comentario