Diario LA CAPITAL - Suplemento "Señales" - 16/9/2012
El camino al padre
(Por Julieta Tonello). En "Los poetas nocturnos",
Beatriz Actis relata la historia de una mujer que emprende un viaje en
busca de su pasado. Una novela premiada por el Fondo Nacional de las
Artes.
NOVELA "Los poetas nocturnos"
de Beatriz Actis. Homo Sapiens, Rosario, 2012, 136 páginas.
Autora de una prolífica producción literaria que comprende
distintos géneros, Beatriz Actis (Sunchales, 1961) se aboca en esta
ocasión a la novela dando vida a Los poetas nocturnos, obra premiada en el concurso del Fondo Nacional de las Artes 2011.
Autora de una prolífica producción literaria que comprende distintos géneros, Beatriz Actis (Sunchales, 1961) se aboca en esta ocasión a la novela dando vida a Los poetas nocturnos, obra premiada en el concurso del Fondo Nacional de las Artes 2011.
Delia Crochet, escritora a quien está dedicado el
libro, indicó respecto de su temática: "Es una novela pendular, va de la
ciudad de Frontera al pueblo de Bleckman, va y viene. A veces más
lejos, La Habana, Nueva York, París. Novela viajera. El comienzo es una
búsqueda no muy directa, sesgada, y a medida que la novela avanza la
dimensión es otra, es la verdadera, la que las conversaciones y
recuerdos de la primera parte retardan y a veces ocultan". No es la
primera vez que Actis adopta al viaje como motivo de su obra. Tanto en Viajeros extraviados (2000) como en Cruces cierran los campos (2006) y Los años fugitivos
(2012) se observa una escritura marcada por el paisaje ribereño y el
movimiento geográfico como metáfora de la búsqueda interior de los
personajes.
En breves capítulos, Los poetas nocturnos
desglosa la historia de Amelia, mujer de carácter apático y más bien
sombrío que asume la voz narrativa del relato. La descripción del viaje
se construye a partir de su punto de vista, y al avanzar en la lectura
queda claro que se trata de una mirada signada por una pulsión
rememorante y un constante estado de añoranza. "Fue entonces cuando pude
contemplar desde afuera mi estado de melancolía, y me di cuenta de que
veo en todo lo demás mi propia muerte", apunta Amelia.
Si bien las primeras páginas de la novela parecen
anunciar un argumento centrado en el deambular del personaje por
distintos territorios, pronto el texto se desvía en otras direcciones.
Paralelamente al viaje que inicia en busca de respuestas acerca de su
padre, Amelia va internándose de manera gradual en un sendero que
conduce al pasado —al suyo, al de su padre, al del pueblo que visita—.
El viaje adquiere, entonces, una dimensión más profunda, erigiéndose
como reencuentro con su propia genealogía, pero también como salvación.
Así lo expresa la protagonista: "Pienso con inocencia que remontar el
río desde la ciudad de Frontera hasta el pueblo costero de Bleckman
podrá darle algún sentido a mi vida, rescatarme de la desazón".
Sobre el corazón del relato, el desplazamiento
geográfico como forma de exploración de su historia es reemplazado por
la escritura. Es así que Amelia "(...) escribe para inventar una
identidad, una tradición, o al menos, para completar con sentido lo que
el hermano del padre no dijo, y tal vez también para que algún pasado un
poco mítico adorne verdades más prosaicas, traiciones y hastíos
pueblerinos". La protagonista inicia la escritura de un diario en el que
se intercalan recreaciones de voces de otros tiempos, preguntas sobre
su historia personal y reconstrucciones imaginarias de episodios
remotos. El de la escritura se convierte, entonces, en el espacio que el
personaje elige para pensarse, revisar su pasado y narrar una
experiencia vital ligada a sus orígenes.
La figura del padre ausente es otro de los tópicos en
torno al cual gira el relato. En efecto, toda la novela se construye
alrededor de la búsqueda de este padre que ejerce un fuerte dominio
sobre el personaje principal a través de su omnipresencia, que es al
mismo tiempo una ausencia. A su vez, cada uno de los acercamientos y los
vínculos que Amelia establece durante su travesía se convierten, al
fin, en una aproximación a su padre, un intento por reconstruir la vida
de este hombre a quien no pudo conocer. Así, el desfile de personajes
que la acompaña (un poeta con quien se reúne por las noches para
compartir largas charlas, un fotógrafo amigo, un tío desconocido hasta
el momento) contribuyen a la conformación de la figura paterna.
Otras micro-tramas que orbitan alrededor del
argumento principal —como la historia de Gloria Amparo, amiga de Amelia—
permanecen a la deriva y no reciben un desarrollo completo. La autora
conoce a la perfección el efecto de estos pequeños relatos inconclusos,
que funcionan alternativamente como contrapunto y como recurso
ennoblecedor del eje temático de la obra. Y con la misma eficacia
literaria, Actis consigue dibujar la impresión de que, tal como expresa
Amelia en su diario, "nunca figuran en los mapas los lugares
verdaderos".
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