De María Teresa Andruetto
Hamaca
Estoy
en cama
(la enfermera
se llama Erminda)
Por la ventana que da al patio,
mi hermana pasa a bordo de una hamaca.
Pasan también las moras, el verano,
las chicharras. Ha de ser octubre,
como esta tarde, o tal vez noviembre,
y el calor agobia, porque mi padre
que llega del trabajo, se ha soltado,
cosa extraña, la corbata. Yo estoy
en cama. Y Ana que pasa alegre,
viva, a bordo de la hamaca.
Habrá sido de vidrio el aire,
como esta tarde.
(la enfermera
se llama Erminda)
Por la ventana que da al patio,
mi hermana pasa a bordo de una hamaca.
Pasan también las moras, el verano,
las chicharras. Ha de ser octubre,
como esta tarde, o tal vez noviembre,
y el calor agobia, porque mi padre
que llega del trabajo, se ha soltado,
cosa extraña, la corbata. Yo estoy
en cama. Y Ana que pasa alegre,
viva, a bordo de la hamaca.
Habrá sido de vidrio el aire,
como esta tarde.
Peras
Había
una rosca cubierta
de azúcar, una mesa con el hule
verde y una frutera de vidrio
(por la loneta de las cortinas, el sol
sacaba tornasolados color de ajenjo),
y había peras. Recuerdo los cabos rotos
y el punto negro que, en una de ellas,
hace el gusano. Sé que las dos teníamos
el pelo corto y unos vestidos
almidonados.
de azúcar, una mesa con el hule
verde y una frutera de vidrio
(por la loneta de las cortinas, el sol
sacaba tornasolados color de ajenjo),
y había peras. Recuerdo los cabos rotos
y el punto negro que, en una de ellas,
hace el gusano. Sé que las dos teníamos
el pelo corto y unos vestidos
almidonados.
Después algo (quizás el viento)
sonó allá afuera y mi madre dijo
que acababan de pasar
Los Reyes.
sonó allá afuera y mi madre dijo
que acababan de pasar
Los Reyes.
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