Yo he visto las naranjas,
esas flores redondas
de fantástico peso,
colgando de las ramas
del árbol de la infancia.
Mi padre custodiaba
desde antes de la flor,
repasando el dorso de las hojas,
ahuyentando las hormigas.
Los pulgones del trigo llegaron una tarde,
y las gordas naranjas
que agobiaban el árbol
se cubrieron de insectos
diminutos y verdes,
mi padre los miraba
impotente y sombrío.
Subí sobre sus hombros
Con un plumero suave
Y limpié una por una
Las frutas amarillas.
Era la defensa del amor.
Mis ocho años combatían.
(De César Vargas, poeta cordobés)
lunes, 2 de agosto de 2010
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