en algún lugar adonde nunca he ido, gozosamente más allá
de toda experiencia, tus ojos tienen ese silencio:
en tu gesto más delicado hay cosas que me rodean
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca
tu mirada más leve me abrirá sin esfuerzo
aunque me haya cerrado como un puño
tú siempre me abres pétalo a pétalo como abre la primavera
(tocando hábil, misteriosamente) su primera rosa
o, si tu deseo fuera cerrarme, yo y mi vida
nos cerraremos muy delicadamente, de repente,
como cuando el corazón de esa flor imagina
la nieve cayendo con cuidado por todas partes
nada de lo que podamos percibir en este mundo iguala
el poder de tu intensa fragilidad: su textura
me domina con el color de sus países,
produciendo muerte y eternidad a cada latido
(no sé qué hay en ti que se cierra
y se abre, pero algo en mí comprende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas
domingo, 15 de agosto de 2010
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Excelente y delicada amplitud de sentidos. Un poema exquisito verdaderamente. Gracias.
ResponderEliminarsí, cummings es un poeta exquisito. Un saludo!
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