Emily Dickinson
Morí por la Belleza, pero apenas
acomodada en la tumba,
uno que murió por la Verdad yacía
en un cuarto contiguo.
Me preguntó en voz baja por qué morí.
-Por la Belleza -repliqué.
-Y yo por la Verdad. Las dos son una.
Somos hermanos -dijo.
Y así, como parientes, reunidos una noche
hablamos de un cuarto a otro
hasta que el musgo alcanzó nuestros labios
y cubrió nuestros nombres.
sábado, 31 de marzo de 2012
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