(Fragmento de "Los mares del sur", de Césare Pavese)
Caminamos una tarde por la ladera de un cerro,
en silencio. A la sombra del tardo crepúsculo
mi primo es un gigante vestido de blanco
que se mueve despacio, el rostro bronceado,
taciturno. Callar es nuestra virtud.
Algún antepasado nuestro debió estar muy solo
-un gran hombre entre idiotas o un pobre loco-
para enseñar a los suyos tanto silencio.
lunes, 28 de junio de 2010
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