Attila József
El encendido tren del sol ha rodado
ante mi umbral indiferente.
Vete,
las huellas de tus pies
ya no hacen daño.
Hay silencio.
Solamente un murmullo:
doy mi pez hambriento al río.
Un susurro:
doy mi débil pájaro al campo.
Vete,
la flor cubre
sus hojas melladas.
¿Ves?
Ya anochece.
sábado, 10 de abril de 2010
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